martes, 16 de octubre de 2007

“Los alumnos son como las hortalizas”


Por Emilio Contreras Muñoz

Rodrigo Amaya Varas, chofer de uno de los buses de acercamiento UVM, se considera querido por los jóvenes que suben a su máquina. Su simpatía y buen carácter lo han hecho popular entre los alumnos de la universidad, quienes le agradecen su disposición positiva y amena. “Siempre estoy disponible para hablar con ellos acá en la cabina, y ellos lo saben”, afirmó.
Amaya cumplirá cuatro años trabajando en la universidad, y es el conductor más antiguo y no se arrepiente de estar trabajando aquí: “Cambié plata por casa”, dijo, ya que el trabajo en buses interregionales le impedía ver a su familia por la gran cantidad de horas de viaje que tenía que cumplir.
¿Cómo ve a la juventud desde su cabina?
“La juventud actual me encanta. Tienen mucha libertad que antes no tenía, la que deben saber manejar para hacer de esto algo bueno. Me gustaría haber sido joven en esta época, el trato hacia a los adultos es distinto, más ameno y sin tanto miedo”.
¿Cuál es su impresión al ver tanta tribu urbana?
“Me parece positivo. Siempre es bueno que los jóvenes encuentren su identidad, que habiten en respeto y tolerancia. Los alumnos son como las hortalizas, hay tomates, lechugas, papas, todas pueden vivir en la naturaleza en plena armonía”.
¿Ha tenido problemas por el mal comportamiento de los alumnos en los buses?
“A veces en los paseos a algunos alumnos se les pasa la mano con el alcohol y hay problemas de limpieza. Después tengo que quedarme a sacar la basura y todo eso. El rayado de los asientos y la falta de higiene es el principal problema”.
El trabajo de chofer es muy sacrificado. ¿Cree que hay explotación en el rubro?
“Sí, absolutamente. Los contratos no benefician en muchos casos a los choferes porque reciben menos dinero, en cambio al trabajar más horas tienen una mejor remuneración. Es un círculo vicioso que tiene que acabar”.
¿Qué opinas del mal trato que se les da a los estudiantes por parte de algunos choferes de buses?
“Me parece malo. No todos somos iguales. Algunos acá tienen más años y son más enojones y difíciles de tratar. Por eso prefiero muchas veces estar acá como me ves, sentado en la cabina esperando mi turno de bajar”.

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