Sólo el 6,2 por ciento de los adolescentes encuestados no ingiere bebidas alcohólicas. Aseguran que falta mayor información para prevenir el consumo en exceso.
Por María Alejandra Cárdenas Hapette
Según los resultados de la encuesta, la mayoría de los estudiantes (67,3%) reconoce que la frecuencia con que consume es de una o dos veces por semana y el motivo principal es para compartir socialmente. Por esto, la instancia más frecuente de consumo es en reuniones sociales, según 74% de los encuestados.
Cuando se les consultó sobre sus preferencias a la hora de elegir qué consumir, el 38% optó por la cerveza, a quien le sigue el ron con un 22%. En último lugar se ubica el vino, que sólo arrojó un 3,8% de las preferencias.
A pesar de los altos porcentajes de consumo, cuando se le consultó a los estudiantes si manejaban después de haber bebido, un 72,5% reconoció que no maneja bajo los efectos del alcohol, a diferencia de un 7,2% que no le importa cuanto ha ingerido.
Impresiones
Los estudiantes tuvieron diversas opiniones sobre el consumo en la juventud. Para Jasna Neira, alumna de Educación Básica, los adolescentes lo pasan mejor cuando toman porque no existen pudores, ni vergüenzas. “Lo ocupas como una manera de distracción para olvidarte de cosas que te tienen preocupada”, admitió.
Según Álvaro Monsalve, estudiante de Psicología, existe una carencia de información útil al momento de beber. “Cuando era menor - y pasa a menudo- no sabía que algunas mezclas de bebidas alcohólicas hacían mal, ni tampoco que la mezcla de marihuana con alguna de ellas provocaba extenuantes reacciones físicas. Incluso hay personas que ciertos tragos le causan daño al estómago y vómitos. Es necesario hablar de esos temas”, afirmó.
La visión que tiene Antonella Sanguinetti, sicóloga del Instituto Nacional de
Según su punto de vista, el consumo de alcohol en los adolescentes tiene que ver con la falta de apoyo que tienen en sus familias. “No es que las familias ahora estén más malas, sino que quizás ahora el padre o la madre no se encuentran en casa y ellos han tenido la obligación de mirar hacia afuera y este núcleo se ve un poco más abandonado”, expresó.
A su parecer, también la tecnología hace que los jóvenes se vuelquen hacia el alcohol: el chat, el tener el computador en la pieza, hace que no compartan tanto y tampoco el que las reglas en la casa estén muy claras.
Sanguinetti cree que en vez de decirle a los jóvenes que no tomen tanto, hace falta promover conductas saludables como la actividad física, “porque si uno está acostumbrado a ver a un padre que toma, se va a hacer natural; y esto es un modelo que hemos aprendido”.
2 comentarios:
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